Un anillo para gobernarlos a todos

Mi maestro literario solía hacer todo tipo de anotaciones en los libros, a tal punto que en algunas páginas daba la sensación de que él era el propio autor de las obras y el verdadero autor el que introducía las notas. Solía insistir para que me sumara a su práctica, argumentando que cada libro merecía ser escrito dos veces, una por el autor y otra por el lector.

Llevaba esta práctica hasta las últimas consecuencias. Más allá de subrayar y comentar los aspectos temáticos en cada libro, también se introducía de lleno en las cuestiones literarias, del mismo modo que un profesor de lengua, examinando defectos y aciertos. 

Aquellos libros se volvían tratados literarios y de no ser porque en ocasiones el revuelto de palabras tomaba matices surrealistas, debo reconocer que fue un adelantado. Su sistema se universalizó treinta años más tarde, de la mano de Wikipedia.

Quienes escribimos necesitamos encontrar alguien así, alguien con quien compartir los dos aspectos centrales de la actividad literaria: leer y escribir. 

El escritor necesita del lector en el sentido de que su ejercicio termina cuando empieza el de este último. Por eso los escritores necesitamos ver publicadas nuestras obras para que ese circulo no permanezca abierto en nuestra mente, reclamando con ello nuestra atención y evitando que podamos pasar a una nueva historia.

Nuestros primeros lectores suelen estar dentro del circulo más inmediato, sin embargo es muy probable que ninguna de estas personas pueda ayudarnos demasiado a la hora de escalar la montaña; ¡y mucho menos a distinguir los obstáculos que se avecinan! 

Escribir es, de alguna manera, un proceso de ajuste permanente, de puesta a punto.  Claro que al momento de aprender hay a nuestra disposición obras fundamentales, obras para leer y disecar. Así y todo, necesitamos del otro, de alguien que esté más avanzado. En el camino del escritor es muy fácil confundirse, perderse, no distanciarse lo suficiente de la obra. Y terminar hechizados, como Frodo, por nuestro propio anillo.