Auditorías constructivas: Cambiando el castigo por la enseñanza

Van hurgando por allí, con el dedo acusador preparado y dudando de todo y de todos, incluso como prejuicio, donde todos son culpables hasta que demuestren lo contrario.
Este tipo de comportamiento en las organizaciones hace que las auditorías pasen a ser sesiones de tortura, malos tragos, temporada de caza de brujas, donde el nerviosismo y el miedo son la constante.
Por suerte, ni todos los auditores son así ni las organizaciones lo permiten, pero que las hay…
Y es útil este tipo de auditorías? Es decir, sirve a los objetivos de la organización?
Definitivamente no.
El miedo nunca es buen consejero, y el castigo al error hace que el error aparezca menos, no por falta de ocurrencia, sino por ocultación.
Así es como sucede que “pasar” una auditoría es zafar de un castigo y no la oportunidad de mejorar los procesos y las capacidades.
Esto ocurre porque, con este tipo de conductas, para el auditor lo que se hace dentro de la norma es correcto y usualmente se centra en esta premisa, no en la de imaginar además cómo podría hacerse mejor.
Su centro de atención es la norma, y esto es un desperdicio ya que es uno de los roles en la organización que tiene el privilegio de seguir de cerca, cadenas completas de procesos, lo que les da una visión envidiable de cómo suceden las cosas y un contacto directo con la acción.
Ver más en:
Cambiando la caza de brujas por el aprendizaje a partir del error
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Comentarios
Jorge Carballo Pérez
hace 7 años#1